jueves, 21 de marzo de 2013

El día en que Hitler (casi) conquistó la galaxia con una bata rosa

La bata rosa de Hitler, todo un clásico...
Es una mañana de domingo, de esas que llueve. No se de cuantas maneras se puede llover, pero está claro que hoy llueve de cojones. Hitler te ha invitado a desayunar. Lo cierto es que es un hombre de pocas palabras, durante el tiempo que lleváis ahí sentados no ha sacado aún la cabeza de su bol de Choco Krispies. Pero lo peor de todo es esa bata. Se la compró hace unos días y hoy ha decidido estrenarla y... joder, imagínate a Hitler con una bata rosa ¿vale?

Lo cierto es que a ninguno os gusta esa bata. Tampoco os gusta mucho Hitler, aunque le medio tragáis... cuando no lleva una bata rosa. Pero claro, tú puedes decirle a tu dentista que no te gusta su bata o incluso, juntando un poco de valor, al que te está a punto de practicar una colonoscopia. Pero no te atreverías a decirle al mismísimo Führer que odias su mierda de bata rosa.

De pronto, Hitler levanta la cabeza de los Choco Krispies y te mira a los ojos. En otra ocasión ese gesto te hubiese causado respeto o incluso mucho susto. Pero hoy, aunque presientes que se trata de algo importante, no sabes muy bien que pensar cuando se dirige a ti.

-Está decidido, mañana atacaremos la galaxia -te dice con la solemnidad de alguien que lleva puesta una bata rosa.

¿¿QUÉ??, te preguntas. No Hitler, por ahí no paso tío. Darth Vader puede dominar la galaxia, Mr. Spock o Kang también. Pero joder, esos tipos son profesionales, saben moverse bien en esa mierda del hiperespacio y, sobre todo: NO VISTEN UNA PUTA BATA ROSA.
Un profesional

Te tomas unos segundos para reflexionar. Estás decidido, vas a decirle a ese imbécil todo lo que piensas, que no le soportas, que ninguno le soportáis, que en las reuniones del partido todos os descojonabáis de él y que sabes que en la academia de arte no le admitieron porque sus cuadros eran pura mierda. Tragas saliva, te preparas...

-Mein Führer ¿y no cree que podríamos empezar por Polonia? -murmuras tímidamente.

Se levanta. Despacio, se dirige hacia donde estás. Clava su mirada en ti. Vuelves a tragar saliva mientras se sucede un silencio incómodo. Hitler asiente. Acto seguido, le ves marcharse. Con su bata. Rosa...

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